"Caperucita" (versión anterior)

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Mercedes da las instrucciones a su hija de todo lo que tiene que llevar a su abuela. Su voz se pierde, ya que no para de entrar y salir de la cocina. Tiene una entrevista de trabajo y está llegando tarde. Está muy elegante aunque con la camisa mal abrochada. Antes de salir, recuerda a su hija Eva, que no se olvide de las medicinas, y que tenga mucho cuidado en el metro con los carteristas. Le advierte que acostumbran a ser hombres solitarios con “malas pintas”. Eva asiente medio dormida mientras termina de desayunar aun en pijama.
Se viste con su vestido favorito de amapolas, y sus zapatitos rojos a conjunto con el bolso.

Sale a la calle. Coge el metro que va en dirección “Fondo” y se sitúa tímidamente en el rincón de un vagón. Cuando este para en “Catalunya” una avalancha de turistas se precipita hacia el interior. Un flautista empieza a tocar. Eva observa todo con una actitud curiosa, pero está abrumada por la diversidad que la rodea. Oye todo tipo de acentos extraños de gente con aire relajado y la piel tostada de tomar el sol.
La melodia de la flauta disminuye de volumen, se está distanciando. Eva empieza a seguirla sin dejar de observar todo a su paso. Hay solitarios que cruzan mirada tímidas, otros tienen la mirada perdida, algunos hablan del trabajo, otros sobre la crisis...

En una de las paradas, el conductor da un frenazo más brusco de lo normal. Eva, distraída por el espectáculo, no llega a agarrarse a tiempo a una de las barras y cae encima de un hombre con grandes ojos negros y apariencia un tanto descuidada. Eva, asustada por la mirada penetrante y recordando las recomendaciones de su madre, recoge su bolso del suelo y empieza a caminar a paso ligero a través del metro. El hombre la sigue exclamando “¡señorita, señorita!”. Baja en Sants. El hombre aún la sigue. Ella corre más. Se adentra en el barrio. Con la confusión se ha desorientado. Cuando vuelve a mirar hacia atrás para ver si aún la sigue, tropieza con un señor a la salida de un restaurante. Esta vez, es un caballero elegante, que viste un traje impecable. Eva le explica lo ocurrido. El caballero se ofrece a acompañarla hasta casa de su abuelita. Eva descubre que no tiene su cartera.
Llegan a casa de la abuela. Cuando les abre la puerta pregunta a Eva quién es el caballero. Ella le explica todo lo que ha sucedido. El caballero aprovecha la situación para ofrecerle a la abuelita un seguro para el hogar: “¡Hay que estar protegidos de los malhechores en estos tiempos que corren!” le dice.
La abuelita se lo queda mirando unos instantes, enfocando con las párpados. Le invita a pasar para que le informe más sobre la oferta. La abuelita acaba contratando un seguro para su hogar.
Al día siguiente Eva recibe una llamada: es la policía explicándole que un buen hombre fue a entregar su cartera.

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