"Cuando seas padre, comerás huevos" (III)


II ACTO

Ana sale del portal con la mirada absorta en ira. La puerta de aluminio deteriorado se cierra tras ella. En uno de los bancos de la plaza, se distingue la figura de una chica, sentada sobre el respaldo, fumando un cigarrillo. Es Inés. Ana cruza la calle que rodea la plaza. Inés se gira y la sonríe. Ana relaja su mirada sonriendo también. Se abrazan. Inés le pregunta si todo está bien. Ana le explica que por fin le ha plantado cara a su padre. Inés la felicita por rebelarse contra ese facha. Le habla también de una fiesta de carnaval que va a tener lugar esa misma noche en un local muy frecuentado por gente joven alternativa y liberal. Le aconseja que le vendrá bien emborracharse rodeada de gente que no la reprima ni la condicione. Juan está solo en la mesa del salón comiendo un huevo revuelto con la mirada baja. Se atraganta con una cáscara y susurra algo en latín enfadado. Un autobús para en medio de un paisaje yermo. El autobús se va. María queda sola de pie en medio de la llanura. Camina por una calle limitada por fachadas blancas con pequeñas aberturas llenas de claveles. Se detiene en un banco dónde están sentadas CLOTILDE (70) y BERNARDA (75), dos de las vecinas del pueblo, vestidas con batas estampadas y con un ramillete de boj en la mano. María las saluda y les pregunta como van. Clotilde le explica que su madre cada vez se entera menos de lo que pasa a su alrededor, y que de tanto ver la televisión ha perdido mucha vista. Ellas le preguntan por su niña y su marido. María explica que van tirando. Pasa en bicicleta MAGDA (50) con atuendos juveniles, melena pelirroja y con algunas arrugas que delatan su verdadera edad. Se para. Saluda a María. Magda se va. Clotilde y Bernarda comentan la osadía de esa mujer al ir tan destapada. María se despide. Jesús conduce un poco aturdido el coche de la autoescuela. Juan mira hacia delante sin articular una palabra con aspecto de no haber dormido. Jesús le menciona cuidadosamente que él va tirando y ya le dirá algo cuando quiera que cambie la dirección. Juan no contesta. Paran en un paso para peatones. Una VIEJECITA lo cruza con total parsimonia, cargada con unas bolsas. Pasa un CICLISTA sin pararse en el paso. Arrolla a la viejecita. El ciclista sigue su marcha sin inmutarse. Jesús sale del coche y ayuda a la viejecita a recoger las bolsas. Vuelve al coche. Juan inicia un sermón sobre la pérdida de valores de la juventud. Dice que ya no tienen moral, ni creencias, y que además son todos unos vagos. Jesús le recrimina delicadamente, mientras inicia la marcha, que generalice. Le dice que conoce a mucha gente que colabora con buenas causas en varias asociaciones. Juan se relaja con el tono de voz de Jesús. Ana e Inés pasean por el parque. En uno de los bancos se alza Jesús con una pancarta en la mano en la que dice “Dios aún te ama”. Está dando un sermón sobre la reforma del catolicismo y de la pérdida de la fe entre la gente de su generación a causa de la manipulación llevada a cabo por la institución de la iglesia a lo largo de la historia. DOS PUNKS adolescentes, sentados junto a la orilla del canal, le lanzan cartones de “calimocho” vacíos riéndose de él. Inés le comenta que es un “freak” que ya ha visto alguna vez aparecer por el local y que está un poco loco. Afirma que seguro que es algún Testigo de Jehová que ha tenido problemas con la institución o tal vez es un sectario. Ana lo mira curiosa. Juan conduce absorto. Gira por la primera calle a la derecha. Ve a dos jóvenes caminando cogidas de la mano. Reconoce a su hija y exclama “In de nomine…”. Reduce la marcha. Giran por la primera calle a la derecha. Juan las sigue sigilosamente. Ellas se detienen frente a un portal. Entran. Juan aparca el coche unos metros atrás. Se queda con la mirada fija hacia el portal y las manos en el volante. Juan ve salir a dos chicas disfrazadas, una de ellas de cabaretera y la otra de hombre con sombrero de copa. Las sigue. Juan toca el claxon y ordena a su hija que entre en el coche. Ana e Inés corren. Se meten por una calle cortada para el tráfico por el desfile de carnaval. Juan detiene el coche mordiéndose el labio totalmente enfurecido. Ana e Inés están bailando esquizofrénicamente con una copa en la mano. Están rodeadas de una diversidad de personajes: “Betty la fea” bailando con unas margaritas, mariposas rodeando a “Palomino”… dentro de una nave de una antigua fábrica reformada. El espacio está abarrotado. Ana ya no lleva el sombrero ni la chaqueta. Tiene la camisa entreabierta. Se besan y juegan sensualmente. Al fondo, un lobo (ANDRÉS), apoyado con un brazo en la barra, comenta con un espermatozoide (QUICO) el morbo que le dan esas dos chicas bailando. Quico le dice que son unas crías y le pregunta que ha pasado con la chica con la que salía. Andrés le contesta que ya se ha cansado de ella. Andrés deja la copa en la barra y se dirige hacia Ana e Inés con aire seductor. Juan espera en el coche de la autoescuela mientras escucha música gregoriana. La ventanilla está medio abierta. Pasan DOS BORRACHOS vestidos de mujeres. Se acercan al coche y le preguntan de qué va disfrazado. Juan, con una expresión contenida, les pregunta dónde va a seguir la fiesta. Andrés intenta bailar entre ellas. Inés le cede espacio y le sigue el juego. Ana le mira despectivamente y deja de bailar. Inés se percata y se dirige hacia ella para animarla. Andrés les pregunta que quieren tomar. Va a buscar unas copas. Inés incita a Ana a relajarse, disfrutar y dejarse llevar. Además, le aclara, beberán gratis toda la noche. Ana se relaja con las palabras de Inés. Bailan sin cesar hasta el cierre del local. María entra en la habitación de su hermana con un plato de caldo. En el interior yace GLÓRIA (65), su hermana, en la cama, completamente tapada con una colcha de ganchillo un poco amarillenta. María le toca la frente y le dice que no tiene muy buen aspecto. Gloria contesta que no es peor que el suyo. Bromea diciéndole que parece que le haya pasado un tractor por encima. Las dos se ríen. María vuelve a tomar aspecto serio. Le explica que en los últimos días ha habido algún altercado con Ana. Le explica también que el poco tacto que tiene Juan con ella tampoco le es de gran ayuda. Gloria le recuerda que ella también fue adolescente y cometió sus locuras. Además dicha etapa es una enfermedad que se esfuma con el tiempo. Añade que el hombretón de su marido no tiene tacto con nadie… Gloria interrumpe la conversación con una tos muy aguda. María coge un vaso de agua y le da de beber cuidadosamente. Gloria recupera el aliento. Le pide a María que hable con el cura para que le administre la extremaunción. Ana, Inés y Andrés salen al exterior. Todos están bastante ebrios. Se quedan hablando un rato sobre banalidades. Andrés les propone seguir la conversa en su casa. Ana hace un gesto de desconfianza. Inés se acerca a ella y le susurra al oído que puede ser divertido, que no sea sosa, lo pasarán bien. Ana ve el coche de su padre aparcado al otro lado de la calle. Decide acabar la noche en casa de Andrés. Juan se percata de la presencia de las chicas. Las ve alejarse con un lobo. Los sigue.

***

Andrés abre la puerta y las invita a pasar como si estuvieran en su casa. Inés entra tras él curiosa. Ana entra la última un poco intimidada. Acceden a una especie de salón-cocina-estudio. Andrés enciende unas lamparitas que proyectan una luz muy baja. Las invita a sentarse en un inmenso sofá. El espacio está impecablemente ordenado y decorado con un estilo minimalista. Andrés les pregunta que van a beber. Inés le pregunta que le ofrece. Ana dice que no va a beber más. Andrés se disculpa, ya que va a ponerse algo más cómodo y enseguida vuelve. Inés coge la mano de Ana. Le recrimina su actitud pasiva. Inés la invita a liberarse de la mentalidad cerrada que le han inculcado sus padres. Ana suspira. Juan está dentro del coche con las manos agarradas al volante mirando por la ventanilla hacia arriba. Observa una ventana desde la que se intuye una figura masculina saliendo y entrando del salón. Juan se repite a sí mismo la expresión “Pater dimitti illis non enim sciunt quid faciunt”. Andrés entra en el salón, descamisado, en pantalón corto, con una botella de vino en una mano y una cajita en la otra. Saca unas copas de la barra, que separa la cocina y el salón, y abre la botella. Sirve tres copas. Ana se quita el sombrero de copa con una actitud poco entusiasta. Inés se descalza y reposa los pies sobre el sofá. Andrés pone música. Se sienta entre las dos. Abre la cajita y saca un poco de marihuana. Lía un porro. Ana mira de reojo con una postura totalmente rígida. Inés se muestra cada vez más cómoda. Andrés enciende el porro. Se lo pasa a Inés. Ésta da una calada y empieza a toser. Intenta disimular con una pose sensual. Andrés le coge el porro, da una calada y le pasa el humo con la boca. Ana mira recelosa. Inés toma el porro, absorbe de nuevo y se acerca a Ana pasando por encima de Andrés. Le pasa el humo. Inés besa a Ana. Andrés las acaricia. Ana parece más cómoda. Andrés besa a Inés y toma la mano de Ana colocándola en su paquete. Ana abre los ojos y se levanta del sofá. Inés deja de besar a Andrés. Ana coge su sombrero y se va. Ana baja corriendo las escaleras. Inés corre detrás de ella gritando su nombre. Ana llega al portal. Se detiene. Llega Inés. Ésta le pregunta que le ha pasado. Ana le explica que ella no quiere experimentar porque ya sabe con quién quiere estar, y tiene suficiente con ella, no necesita a nadie más. Inés le dice que sube a recoger sus cosas. Ana sale a la calle. Un coche aparcado le hace luces. Ana reconoce el coche de su padre. Da un fuerte suspiro e inicia su marcha en la dirección opuesta. Juan arranca el coche. Se sitúa en paralelo a Ana. Juan le ordena que suba al coche mientras conduce a velocidad de peatón. Ana ni lo mira. Sigue caminando con el sombrero puesto. Juan balbucea algo de manera incomprensible.

***

María entra en la iglesia. Le da un escalofrío por el cambio de temperatura. La sencillez de la edificación, de un románico prematuro, contrasta con la sobrecargada ornamentación interior. Maria camina tímidamente a través de una de sus alas laterales. Las figuras que representan algunos santos tienen un aire decadente, llenas de polvo y algunas de ellas con alguna parte fracturada. Cruza por delante del altar. Se arrodilla y hace el gesto de la cruz. Sigue hasta detenerse frente de la sacristía. Entre la franja que deja la puerta entreabierta se intuye una silueta con la cabeza recostada sobre la mesa, junto a una botella de güisqui medio vacía. María llama a la puerta. PABLO (55) vestido con una sotana, delgado, con la piel marchita y algunas ojeras; abre la puerta. Sus ojos se abren forzadamente al ver a María. Le da un abrazo. Pablo, pronunciando con cierta dificultad, le pregunta el motivo de su visita. María le explica que su hermana necesita la extremaunción. Pablo le dice que irá enseguida. Se hace un silencio. María se gira con intención de irse. Pablo la interrumpe preguntándole por su marido. María se muestra tensa y baja la mirada. Le contesta que más viejo, como todos. Jesús conduce un poco más relajado el coche de la autoescuela. Juan no dice nada. Para en un semáforo. Un coche con la música elevada se detiene en el carril contiguo. Juan dirige una mirada irritada hacia ellos. En el asiento trasero UN CHICO joven está apoltronado entre DOS CHICAS. Se besa con una de ellas mientras acaricia el pelo de la otra. Juan se desahoga diciendo que la gente joven no tiene vergüenza. Sigue explicando que ahora se juntan unos, luego se separan, ahora pruebo esto, ahora aquello… Jesús le da la razón en su postura crítica con la ansiedad que caracterizan las relaciones de su generación, pero le justifica que no es fácil que sea de otra manera con la sobrecarga de información que reciben, y la esquizofrenia de mundo cambiante en la que han crecido. Jesús acaba diciendo que todos esos valores están en crisis, y que pronto se producirá un cambio… Juan lo mira sorprendido y le dice que parece un buen chico. Ana despierta sobresaltada como si hubiese tenido una pesadilla. Enciende el móvil. Llama pero no recibe ninguna respuesta. SUENA UN TELEFONO. Juan contesta la llamada. La voz de María le anuncia que su hermana ha muerto esa misma noche. Le informa que el entierro será mañana. Juan se niega a asistir al evento. María le exige su presencia ya que sino aparece van a dar mucho que hablar en el pueblo. Ana efectúa una segunda llamada. La madre de Inés contesta al otro lado de la línea. Ana pregunta por Inés. Su madre le contesta que no sabe dónde está ya que no ha pasado la noche en casa. El teléfono se desliza por la mano de Ana hasta llegar al suelo. Juan cuelga el teléfono. Su mirada se nubla. Jesús para el coche. Le pregunta si todo va bien. Juan le dice que no es nada, su cuñada a muerto. Jesús le pone la mano en el hombro. Juan se exalta. Mira el pecho descamisado de Jesús con el crucifijo en el centro. Aparece una imagen de un pecho completamente descubierto con otra cruz. Juan le aparta la mano del hombro gritando encolerizado “Noli me tangere”. Jesús sale asustado del coche. Juan se queda en el interior con la respiración acelerada llevándose la mano a la cabeza. Ana llora tumbada en la cama de su habitación. Su móvil está sonando. Es Inés. Ana no lo coge. Juan entra en casa. Se dirige hacia la habitación de Ana. Llama a su puerta. Ana le contesta un si muy débil. Juan le dice que haga la maleta, en un rato partirán hacia el pueblo ya que su tía ha muerto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario